Uno siempre se hace esas preguntas, quizás porque nunca pierde las esperanzas, quizás porque siempre nos abombaron con cuentos y películas con finales felices.. o simplemente porque necesitamos creer en algo. Pero las respuestas son así, no quieren ser encontradas fácilmente, prefieren hacerse esperar, o amagar y confundirnos, ojo, pese a esa resistencia, a veces son tan claras, tan visibles que aún mas cuestan ser identificadas.
Esta es una casual y típica historia de amor, pero gracias a esa fuerza natural creo que estoy en camino de encontrar mi respuesta.
Desde su primer día de vida, supo que no era casual el lugar que el universo le había asignado, que su color, su luz, su vida eran las cualidades que debía tener para convertirse en el ser mas importante que jamás haya existido. Fue amor al nacer, fue creado para amar y ser amado, fue hecho para ser dios. Largas noches de soledad lo acompañaron en búsqueda de aprendizaje, noches de estrellas, y de las mas bellas mendigando pizcas de amor. Conoció las diosas de otras galaxias, se enamoró y creyó en ese cuento de la felicidad que tanto nos gusta creer, pero así fueron esas historias… pasajeras, como debían ser. Fue allí cuando después de su energía haber evaporado las ultimas lágrimas que las bellas estrellas habían obsequiado, sintió que alguien que nacía lo estaba esperando, que una extraña niña lo llamaba, y la buscó hasta encontrarla. Era ella, pequeña e inquieta, giraba sin parar alrededor de la vida que algunos suelen llamar mundo… ella giraba en su mundo. Quizás por su inmadurez y temprana edad desconocía aquel destino que hacía años la estaba buscando, que necesitaba de ese dios para aprender y conocer el universo, sus destellos y oscuridades.
Pasaron años hasta que el primer encuentro se dio a conocer… sin dudas esos cursos de la vida me hacen pensar que era necesario encontrar la edad justa en ambos para poderlos cruzar, nada es casual, nada. Fue el eclipse mas largo jamás visto en un planeta de por ahí, fue amor. Bastó la primer mirada para conocerse y el primer roce para explicar tantos años de búsqueda y de sentidos de atracción inexplicablemente magnéticas. Fue la noche mas hermosa, sin dudas fue amor. Se miraron por horas, bailaron y fumaron en la oscuridad, contaron sus secretos y acariciaron sus palabras, entendiendo a cada segundo la hermosura que esconde la naturaleza y tratando de aceptar las extrañas decisiones del tiempo. Ellos lo sabían… se debían separar. Prometieron jamás olvidarse, estoy segura que esas cosas no se pueden olvidar.
Los días que arribaron fueron difíciles para ambos, vivieron, crecieron… entendieron. Sería lo que tenía que ser, era así. Pasaron años hasta el próximo eclipse cuando ella corrió a sus brazos, y lloró suplicándole que jamás vuelva a dejarla sola, pero así era su amor, él siempre daba la palabra justa.
A veces nos cuesta, ¿no?, entender digo… pero hay tantas cosas que valen la pena, hay tantos ríos y tanta agua, tanta gente, tantas imágenes, deben ser conocidas, tienen que ser vividas, y supongo que forma parte del aprendizaje, y si la vida no es eso, ¿qué es entonces?. Lo entiendo aunque a veces me niego, pero conociéndolos a ellos no puedo tener miedo de nada y aquí viene el final no tan final de esta historia: Cada una indeterminada cantidad de años, el universo los vuelve a eclipsar, ellos saben que se van a volver a encontrar, por eso nunca dejan de pensar en el otro… por eso viven y dejan vivir, porque comprenden que para eso fueron creados y que fueron tallados el uno para el otro. Cada noche miran al cielo y se conectan, y a mayor distancia mas grande es su amor… se esperan, siempre se vuelven a acariciar.
Hablo de
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